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En este módulo se analizarán estrategias para brindar ayuda individualizada a los participantes que necesiten mayor apoyo. El módulo se centrará en tres estrategias diferentes de individualización: 1) cómo proporcionar instrucciones claras y efectivas, 2) maneras de asegurar la ayuda en suficiente y 3) cómo implementar la retroalimentación positiva.
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Imagina que hay estudiantes en tu programa a quienes les cuesta participar en ciertas actividades, seguir instrucciones o completar tareas específicas, incluso, con la implementación de soportes básicos. Tal vez necesitaste un poco de ayuda extra, para aprender algo nuevo, como una receta, deporte o hobby. Todo el mundo necesita apoyo extra en algún momento y, es probable, que los estudiantes con discapacidades identificadas requieran más ayuda para participar en programas inclusivos.
Este video habla de cómo podemos brindar apoyo individual para adolescentes y preadolescentes que lo necesitan. Hablaremos de tres estrategias diferentes:
1) Cómo proporcionar instrucciones claras y correctas.
2) Formas de brindar la cantidad adecuada de ayuda.
3) Cómo usar retroalimentación positiva.
Brindamos apoyo individualizado para que nuestros estudiantes participen plenamente en nuestros programas, actividades y rutinas, especialmente cuando son habilidades nuevas por adquirir. Podría ser enseñarle a un estudiante a usar un candado por sí mismo durante la clase de natación, o ayudar a un estudiante a aprenderse la rutina de encontrar y tomar en el autobús después de la escuela. También brindamos ayuda extra cuando un estudiante actúa de forma que limita su participación, como usar comportamientos físicos como golpear o patear, abandonar el grupo o no seguir las instrucciones.
Empecemos reflexionando sobre las instrucciones que damos y asegurándonos de que los estudiantes entiendan las expectativas. Es importante dar instrucciones claras que indiquen a los estudiantes exactamente lo que deben hacer. Las buenas instrucciones los ayudan a alcanzar logros y a ser más independientes, así como a evitar comportamientos que presenten retos. Las buenas instrucciones son cortas, se enfocan en comportamientos visibles y se enuncian de manera positiva.
Al decir “de manera positiva”, nos referimos a decirle al estudiante que haga algo, como “Puedes usar tu tableta en 10 minutos durante el tiempo de trabajo independiente”, en lugar de decirle que deje de hacer algo, como: “¡Guarda eso!” Las buenas instrucciones también brindan a los estudiantes claridad sobre lo que se supone que deben hacer exactamente. Por ejemplo, en una clase de arte de séptimo grado, la instrucción: “¡Por favor! saquen su libreta de dibujo y lápices de su casillero” es mucho más clara que: “Reúnan todo lo que necesiten y prepárense para empezar la clase”. El segundo ejemplo no les dice a los estudiantes exactamente lo que deben hacer. Otro ejemplo: un asesor del campamento que le dice a un grupo de estudiantes: “Esperen hasta que la persona que está frente a ustedes esté en la línea roja”, es más claro que: “¡Deténganse, esperen, aún no es su turno, esperen hasta que la persona que está frente a ustedes haya terminado!”. Las instrucciones claras son sumamente útiles para que los estudiantes tengan logros antes de que debamos brindar un apoyo más individualizado.
Hablemos de diferentes formas de dar a adolescentes y preadolescentes la ayuda suficiente para que puedan realizar cierta tarea o actividad. Al proporcionar una cantidad justa de ayuda, estamos enseñando a los estudiantes exactamente cómo participar en ciertas actividades o rutinas. Esto se llama “orientación o indicación” o prompting en inglés. Hay muchas maneras de indicar en programas secundarios.
Podemos recordar verbalmente a ciertos estudiantes las expectativas para cierta actividad, como decirle a un estudiante que la campana para salir sonará en 5 minutos. Podemos usar gestos, como señalar dónde un estudiante puede encontrar sus materiales, o señalar lo que sucederá a continuación en el horario visual. A veces, modelamos o mostramos cómo hacer algo, cómo pedir prestado un libro en la biblioteca o jugar un nuevo juego. También podemos usar imágenes o fotos para mostrarle a un estudiante las cosas que necesita o los pasos de una actividad. Por ejemplo, para la clase de arte, podríamos mostrarle al estudiante una lista de verificación: (1) papeles, (2) pinturas y (3) pinceles.
Estos ejemplos proporcionan diferentes niveles de ayuda y distintas formas de usar indicación. Queremos ayudar a los estudiantes a aprender nuevas habilidades mientras los animamos a ser tan independientes como sea posible. Deberíamos dar un paso atrás y dejarlos hacer cosas por su cuenta cuando hayan aprendido una habilidad.
Hablemos ahora de cómo podemos celebrar los logros de los estudiantes. La retroalimentación positiva es una de las estrategias más usadas y efectivas cuando se trabaja con adolescentes y preadolescentes. La retroalimentación positiva es cuando elogiamos a un estudiante cuando sigue las instrucciones o participa en una actividad como se espera, y aumenta la probabilidad de que lo haga de nuevo en el futuro.
La retroalimentación positiva más efectiva se llama “celebración específica del comportamiento o la conducta”, donde nombramos lo que hace un estudiante. Por ejemplo, un maestro de educación física que dice: “Veo cómo Isabella regresa con cuidado su palo de hockey al recipiente”, o un entrenador de fútbol que dice: “Excelente trabajo, Leonard, te estás permaneciendo con el grupo”. La celebración del comportamiento específica es una estrategia fácil de usar en la que les decimos a los estudiantes exactamente lo que están haciendo adecuadamente. Otros ejemplos incluyen: “Khed, qué bien que esperas pacientemente tu turno para responder” o “Isabella, me encanta cómo estás hablando en voz baja en la biblioteca”, en lugar de una frase más general como “¡Muy bien!”.
A veces, la retroalimentación positiva también puede implicar elementos específicos combinados con con la celebración de comportamientos específicos. Por ejemplo, Elena está tratando de llegar a su cuarta clase a tiempo después del almuerzo, y gana un boleto para la rifa mensual de la escuela cuando está en clase y lista antes de que suene la campana. Su maestra es muy consciente del uso de los elogios específicos y le dice cosas como: “Elaine, te veo sentada en tu escritorio y lista para irte. Ganaste un boleto”, indicando específicamente lo que está haciendo.
A veces usamos varias de estas estrategias de apoyo individualizado al mismo tiempo. Esto puede ser útil para los estudiantes que parezcan necesitar más ayuda para participar después de que una de estas estrategias no funciona. Por ejemplo, a Leonard le cuesta la práctica de fútbol. Aunque realmente le gusta el fútbol, le cuesta hacer ejercicios con el resto del equipo y participar durante toda la práctica. Después de hablar con Gordon, el padre de Leonard, los entrenadores planean algunos apoyos individuales para Leonard.
Primero, reflexionaron cómo dar instrucciones claras y breves, y usan fotos de cada ejercicio para ayudar a Leonard a entender qué hacer. Gordon comparte que Leonard logra cosas cuando la gente le muestra exactamente cómo hacer algo nuevo, y los entrenadores se aseguran de siempre demostrar cada ejercicio y que Leonard sigua a los compañeros que pueden hacer los ejercicios por sí mismos. Así tiene varios diferentes modelos de qué hacer.
Finalmente, su padre Gordon piensa que ellos podrían tener una actividad especial planeada para después del fútbol, como visitar su tienda favorita de cómics o parar por helado de camino a casa. Al implementar esto, Leonard comienza a participar todo el tiempo. Los entrenadores notan que esto también parece ayudar a algunos otros jugadores, y estaban muy orgullosos de ver lo que Leonard logra durante la práctica. No hay grandes estrategias para implementar, pero sí pequeñas cosas que añadir fácilmente para ayudar a crear un espacio inclusivo donde Leonard pueda participar de forma más independiente … ¡y divertirse más!
Sabemos que algunos estudiantes en nuestros programas necesitarán más ayuda para participar y acceder a algunas actividades, rutinas y entornos. Podemos usar estrategias específicas, como proporcionar instrucciones claras y ofrecer la ayuda suficiente y usar una retroalimentación positiva, o varias de estas cosas juntas. Todos necesitamos ayuda extra en un momento u otro. ¿Cómo podría aplicar esto para los estudiantes de tu programa?