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En este módulo se explora la importancia de rutinas y expectativas claras y coherentes en entornos inclusivos. Se proporcionan estrategias para enseñar rutinas de manera atractiva y ayudar a todos los estudiantes a participar de manera significativa y con confianza
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¿Alguna vez tuviste la experiencia de llegar a algún lugar nuevo y no tener ni idea de lo que se supone que debías hacer? Tal vez fue al bajarte de un avión en un nuevo país donde no hablabas la lengua, al unirte a una clase de ejercicios y no saber la rutina, o al asistir a un servicio de una religión distinta. Podemos sentir ansiedad cuando no sabemos qué esperar o lo qué va a pasar.
En este video, explicaremos la importancia de tener rutinas y expectativas claras y consistentes, así como de enseñar a nuestros estudiantes cómo seguirlas. Veremos un ejemplo de la hora del cuento en una biblioteca durante el verano, para niños en edad escolar, y compartiremos algunos aspectos a considerar al crear sus propias rutinas y expectativas para el programa. Comencemos.
Cuando los niños conocen las rutinas, conocen los pasos de cierta actividad y entienden qué esperar, pueden participar más independientemente y de maneras más significativas. Cuando enseñamos rutinas consistentes y cuando los estudiantes saben qué se espera de ellos, también vemos que disminuyen los comportamientos que interrumpen e interfieren. Las expectativas claras y consistentes preparan a los estudiantes para el éxito. Esto ayuda a los niños a saber qué esperar y cómo actuar en ciertas situaciones, algo que todos valoramos.
Veamos un ejemplo. Imagina que estás llevando a cabo una nueva hora del cuento con elementos sensoriales en la biblioteca local, diseñada para ser inclusiva para todos los niños, especialmente para aquellos con discapacidades. El primer día de la hora del cuento, las cosas son difíciles. Antes de que comience la hora del cuento, más de 20 familias están esperando y niños de todas las edades juegan en la sala comunitaria. El ambiente es un poco ruidoso y algunos niños corren, mientras que otros se aferran a los cuidadores y parecen estar un poco nerviosos. Trata de llamar la atención del grupo para comenzar a leer, pero no todos pueden escucharte por el ruido. Entonces, comienzas a leer el primer libro y un pequeño grupo de niños de los primeros grados de primaria se integra. Sin embargo, los niños mayores siguen corriendo por el espacio; algunos cantan y un niño golpea la puerta, lo que causa mucho ruido. Los niños que escuchan el libro se distraen y se van, o expresan frustración porque no pueden oír. Un niño grita: “¡Cállense!”, lo que hace que otros dos comiencen a llorar. Terminas el cuento y pasas al siguiente libro, pero no puedes evitar sentir que esta actividad es un gran fracaso. No todos pueden escuchar el cuento, los niños corren por todas partes, algunos lloran y todo se siente desorganizado. Estabas muy emocionado de compartir estos cuentos estupendos con la comunidad de la biblioteca, pero no estás seguro de cómo estructurar esta actividad de manera que permita la participación de todos.
Hablemos de cómo la enseñanza de rutinas y expectativas podría haber hecho que esta actividad transcurriera de forma más fluida y accesible para los niños y las familias.
En este ejemplo anterior, las familias y los niños no recibieron ninguna información sobre qué esperar o qué hacer durante la hora del cuento. Imagina que pasas la semana planificando tu próxima hora del cuento con elementos sensoriales. Para asegurarte de que todos sepan qué esperar, creas un horario con imágenes de cada actividad. El horario incluye:
1. Acomodarse y prepararse con crayones y una hoja para colorear.
2. Estirarse y sentarse (moverse al espacio de la alfombra de la manera asignada: con pasos pequeños, en las puntas de los pies o saltando).
3. Cuento número uno.
4. Tomar un descanso para moverse (un minuto para moverse y reacomodarse).
5. Cuento número dos.
6. Micrófono abierto (una oportunidad para hacer preguntas o comentarios sobre los cuentos que se leyeron).
Públicas esto en el sitio web de la biblioteca para que las familias lo vean con anticipación, planeas mostrarlo en la parte delantera de la sala para que todos puedan verlo cuando lleguen y lo repasas conforme comienza la hora del cuento. Para estructurar el espacio, te aseguras de que haya suficiente espacio en la alfombra e incluyes algunas sillas y almohadas para niños, de modo que puedan sentarse. También organizas los crayones y las hojas para colorear en las mesas de manera que se pueda acceder a ellos fácilmente cuando llegan. Por último, crea un espacio tranquilo y cómodo para cualquier persona que necesite tomarse un descanso y prepara una canasta de juguetes antiestrés silenciosos para que los niños puedan elegir.
El día de la hora del cuento, preparas la sala y colocas un letrero en la entrada de la biblioteca que dice: “Bienvenidos a la hora del cuento. Vengan y elijan una hoja para colorear”. Las canastas de crayones y hojas para colorear están disponibles cuando llegan las familias. Los saludas con calidez y repasas el horario visual publicado, para que todos sepan que la hora del cuento siempre comenzará con una actividad de adaptación. También señalas el área de descanso. Después de unos minutos, es hora de empezar y llamas la atención del grupo con una campana suave, dices: “Bienvenidos a la hora del cuento. Me alegra que estén aquí. Vengan conmigo a la alfombra y encuentren un lugar para sentarse. Hay sillitas y almohadas para niños. Cuidadores, no duden en sentarse o integrarse con los niños que están en el piso. Comencemos”.
Repasas el horario, explicas cada parte y compartes lo que las familias y los niños pueden esperar. Explicas que habrá dos cuentos con un descanso para estirarse entre ellos y tiempo para hacer preguntas al final. Les pasas la canasta de juguetes antiestrés y les dices: “A veces es bueno sostener algo en tus manos cuando estás leyendo. Siéntete libre de tomar un juguete antiestrés si quieres. Mantengan los juguetes antiestrés en su regazo”. Lees la primera historia y notas que los niños están sentados tranquilamente y escuchando atentamente. Muchos están haciendo un buen uso de los juguetes antiestrés. “Guau, esta es una excelente audiencia”, dices.
Para el descanso de movimiento, invitas a Elaine, una asistente habitual de la hora del cuento, a servir de modelo. Después de que todos se hayan sacudido y reacomodado, dices: “Excelente trabajo al tomar un descanso para moverte. Recuerda que si tienes un juguete antiestrés, mantenlo en tu regazo mientras leo la siguiente historia, y después tendremos tiempo para una sesión de micrófono abierto”. Al final del segundo cuento, dices: “¡Qué bien escucharon todos! Antes de volver a casa, tenemos 5 minutos para la sesión de micrófono abierto”, mientras señala el tiempo correspondiente en el horario visual. Termina la hora del cuento con una campana suave y dices: “Todos hicieron un gran trabajo al escuchar y usar los juguetes antiestrés. Espero verlos la semana que viene”.
Con esta estructura implementada, notas que muchos más niños y familias participan. Los cuidadores saben qué hacer y los niños participan mucho más. La organización adicional de tener expectativas claras y una rutina estructurada realmente mejora la hora del cuento para todos.
Entonces, ¿cómo podría implementar esto en tu programa? Considera los siguientes aspectos: ¿Cuál es exactamente la rutina o la expectativa? ¿Qué deberían hacer todos? ¿Cuáles son los pasos dentro de esta rutina? ¿Cómo puede el entorno ayudar a los niños a saber qué hacer después? Piensa en cómo les enseñarás la rutina o la expectativa. ¿Cómo vas a mostrarles a los niños qué hacer exactamente? ¿Usarás imágenes o pedirás a otro niño que haga una demostración? Por último, debes considerar cómo celebrar y reconocer a los niños que están siguiendo las expectativas y la rutina. ¿Cómo les harás saber que están haciendo lo adecuado? Asegúrate de que los niños reciban muchos comentarios positivos a medida que aprenden y, si un niño no sigue la rutina porque aún está aprendiendo, está bien: ayúdalo a hacerlo. Con más oportunidades para practicar, se volverán más independientes con cada paso.
En algunos casos, los niños pueden necesitar apoyo individual, como su propio horario, un juguete favorito para sostener o una silla para sentarse en lugar de la alfombra. En los entornos inclusivos, todos reciben la ayuda que precisan, así que aceptar esa participación será diferente para cada uno.
Tener rutinas y expectativas claras es una parte fundamental de un entorno inclusivo. Al transmitir a todos exactamente la expectativa y lo que deben hacer, está preparándolos para el éxito. Ahora, piense en su programa: ¿cómo puede crear y enseñar rutinas consistentes y expectativas claras que ayuden a todos a participar?