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Este módulo profundiza en cómo podemos apoyar a los niños para que comuniquen lo que necesitan, sin que tengan que recurrir a comportamientos disruptivos.
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Imagina que estás a punto de entrar por la puerta después de un día muy largo en el trabajo. Tal vez olvidaste tu almuerzo y no has comido desde la mañana. Los zapatos te lastiman los pies y tienes mucha sed. Ha sido un día muy largo y lo único que quieres es sentarte en el sofá con tu bocadillo favorito. Pero entonces, entras a tu casa y ves una factura sin pagar sobre la mesa. De repente, recuerdas que es el cumpleaños de tu hermano y olvidaste enviarle un mensaje de texto. Te das cuenta de que el fregadero está lleno de platos y, mientras dejas tus bolsas, notas que el piso está mojado… tu mascota orinó por todas partes. Justo en ese momento, tu pareja aparece muy alegre. Tiene el día libre y te dice: “Tengo mucha hambre. ¿Qué hay para cenar?”
Entonces…¿Qué harías? Si eres como muchas personas, podrías perder un poco, o mucho, la paciencia. Quizás llegues a gritar: “¿Qué? ¿Estás bromeando? ¿Por qué estoy a cargo de la cena?”. Tu pareja podría retroceder y decirte: “¡Oye! ¿Cuál es tu problema?”. Nadie está contento en esta situación. ¿Alguna vez has tenido esta experiencia?
Este video trata sobre cómo nuestro comportamiento y el comportamiento de los estudiantes son una forma de comunicación y una manera de expresar nuestras necesidades no cubiertas. Debemos replantear nuestra percepción de que ciertos comportamientos son buenos o malos y, en cambio, tratar de averiguar lo que el niño intenta decirnos. Veremos dos ejemplos y daremos algunas ideas de cómo puedes entender mejor lo que los estudiantes están tratando de comunicar a través de su comportamiento en tu programa.
Volvamos a nuestro primer ejemplo. Es útil pensar en el comportamiento como un témpano de hielo. La punta, sobre la superficie, representa lo que podemos ver. En este caso, tu pareja vio tu enfado: gritos o tal vez incluso que te retiraste enojado. No vio lo que estaba bajo la superficie o tus necesidades insatisfechas: sentirte hambriento y sediento, el dolor de los pies por haber trabajado todo el día, darse cuenta de que olvidaste un cumpleaños, la factura sin pagar, los platos sin lavar, etc. Todo lo que vio fue cuando explotaste, pero, por supuesto, había mucho más. El comportamiento siempre comunica algo y siempre demuestra una necesidad insatisfecha.
Por supuesto, hay tantas cosas que los estudiantes pueden experimentar antes de venir a nuestros programas y que pueden influir en su comportamiento. Tal vez no durmieron bien la noche anterior, no desayunaron o tuvieron una interacción negativa con un compañero, hermano o cuidador antes de llegar a nuestro ambiente de aprendizaje. Para los estudiantes con discapacidades o los estudiantes que hablan diferentes lenguas en el hogar, debemos ser aún más intencionales y curiosos sobre las necesidades insatisfechas que un niño está comunicando a través de su comportamiento.
Vamos a explorar cómo se observa esto en el caso de Isa, una niña pequeña con síndrome de Down que usa una tableta digital para comunicarse. Una mañana, su abuela la trae y debe irse inmediatamente. Isabella está muy molesta. No quiere integrarse con sus amigos en el área de juegos ni hacer ninguna de sus cosas favoritas al aire libre. En cambio, llora cerca de la entrada y arroja su mochila y botella de agua al suelo. La maestra de Isabella, Melissa, recuerda la analogía del témpano de hielo y se pregunta qué Isa podría estar tratando de comunicar. ¿Qué hay bajo la superficie del témpano de hielo? ¿Qué necesidades insatisfechas tiene? Ella piensa en cómo Isabella comparte sus pensamientos usando su tableta y toma tarjetas visuales de emociones para apoyar la conversación. Melissa entiende que Isabella no está actuando así para molestar a los que la rodean, sino más bien que se siente molesta y no es capaz de decirles a los maestros o amigos cómo se siente y lo que necesita.
Melissa se acerca a Isabella y le hace saber que sabe que no se siente bien: “¡Oh no, veo que estás molesta. Lo siento mucho!”, mientras le muestra a Isabella la imagen de un niño que está molesto en las tarjetas visuales sobre las emociones. “Parece que podrías sentirte frustrada o triste porque tu abuela tuvo que irse o estabas enojada”. Melissa baja la imagen para que Isabella pueda verla fácilmente. Esto llama la atención de Isabella y deja de llorar y se acerca a Melissa. Ella le pregunta: “¿Quieres que te abrace o apapache?”. Isabella se acerca para el abrazo y Melissa saca su tableta de la mochila. Ella pregunta: “¿Puedes decirme cómo te sientes para que te pueda ayudar?”. Isabella usa su tableta y presiona el botón que dice “triste” y luego “enojada”. “Bueno, sí, ya veo. Me preguntaba si estabas triste y enojada porque la abuela hoy tuvo que irse rápidamente”. Isabella asiente con la cabeza y presiona un botón para decir “desayuno, comer”. Melissa deduce que tal vez fue una mañana agitada en casa y quizá no hubo tiempo para desayunar y, combinado con la rápida llegada sin el ritual habitual de despedida amorosa por parte de la abuela, entiende por qué Isabella puede estar molesta. “Gracias por decirme lo que necesitas, Isabella. Vamos a comer algo juntas”.
Pensando en nuestro ejemplo del témpano de hielo, podemos ver que el comportamiento de Isabella —gritar, llorar y lanzar su mochila— fue la única manera que tuvo, en ese momento, de comunicar lo que sentía. Pero cuando una maestra quiere saber lo que puede haber debajo de la punta del témpano de hielo, como lo hizo Melissa en este ejemplo, podemos ayudar a los estudiantes a comunicar sus deseos y necesidades de forma que todos puedan entender. A veces, esto significa que debemos prestar atención al lenguaje corporal o a las señales no verbales del niño.
Veamos este otro ejemplo.
En el aula de Khalid se están comenzando a impartir lecciones sobre aprendizaje socioemocional y se presentaron dos grandes marionetas como parte del plan de estudios. Cada vez que las marionetas salen a la hora del círculo, Khalid retrocede y parece nervioso. Entrecierra los ojos, se hace más pequeño y tensa su cuerpo. Un día, cuando salen las marionetas, abandona la hora del círculo y corre hacia el área de libros, donde se sienta en una almohada con los ojos cerrados, girando su cuerpo hacia la pared. En el ajetreo y bullicio del aula, los maestros no entienden de inmediato que las marionetas hacen que Khalid se sienta incómodo. En vez de ello, intentan que regrese al área del círculo, pero él se niega. Después de unos días, se dan cuenta de que Khalid solo abandona el área del círculo cuando están presentes las marionetas. No sabe cómo decir que tiene miedo de las marionetas, así que simplemente abandona la actividad. Si los adultos ponen atención a la punta del témpano de hielo, o al comportamiento visible de Khalid de salirse del área del círculo, se dan cuenta del motivo de su comportamiento y de lo que estaba debajo de la punta del témpano de hielo. A Khalid, como a muchas personas, no le gustan las marionetas. Lo hacen sentir incómodo o nervioso.
Al día siguiente, los maestros crean un elemento visual para que Khalid pida un descanso en la hora del círculo y lo motivan a usarlo antes de que salga la marioneta. Le dan muchas advertencias mediante frases como: “Hoy, las marionetas estarán en la hora del círculo. Si quieres tomar un descanso y leer en el área de libros cuando salgan las marionetas, está bien. Puedes mostrarnos la tarjeta de descanso”. Justo antes de que salgan las marionetas, una maestra le recuerda a Khalid y él levanta de inmediato la tarjeta de descanso. La maestra dice: “¡Excelente trabajo, Khalid! Puedes tomarte un descanso en el área de lectura. Gracias por avisarme”.
En estos ejemplos, los maestros se toman el tiempo de averiguar lo que los estudiantes están intentando comunicar con su comportamiento y crean formas para que ellos expresen lo que necesitan. A veces, esto significa que un adulto apoya a un estudiante individualmente para atravesar una interacción difícil, como se observa con Isa. Otras veces, un adulto puede crear una nueva forma para que este comparta sus deseos y necesidades, como vimos con Khalid. Por supuesto, siempre es importante hablar con la familia del estudiante sobre qué más podría estar pasando en relación con cierto comportamiento y pedir su opinión. La parte más importante del apoyo conductual es intentar comprender lo que el estudiante intenta comunicarnos y recordar que lo que vemos es solo la punta del témpano de hielo.