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Este módulo se enfoca en la creación de prácticas comunitarias recíprocas, considerando quiénes forman parte de tu comunidad y entendiendo sus prioridades e identidades. Se trata de crear organizaciones culturalmente sostenibles, que reflejen a las personas a las que prestan servicio.
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Piensa en alguna vez que te hayas sentido excluido de un grupo. Tal vez fue tu grupo de amigos al compartir una experiencia en la que no participaste, o eras un nuevo miembro del equipo en el trabajo y no tenías con quién hablar durante el receso para el café. Tal vez no estabas familiarizado con la lengua o no sabías exactamente qué hacer o cómo actuar en un entorno donde no podías comunicarte. Todos hemos tenido estos sentimientos de exclusión y podemos recordar lo mal que se siente. Por supuesto, esto no es diferente en el caso de los niños.
En este video, comenzaremos por definir qué son las comunidades inclusivas. Luego, hablaremos sobre algunas estrategias para crear comunidades inclusivas, lo que incluye acoger de forma auténtica a todos los niños y sus familias, y cómo llegar a conocer a su comunidad. Finalmente, veremos dos ejemplos diferentes acerca de Elaine, una estudiante de preescolar que asiste a una clase comunitaria de gimnasia, y reflexionaremos sobre las diferencias en sus experiencias.
¡Empecemos!
Sabemos que, con frecuencia, a los niños con discapacidades se les excluye de maneras formales e informales. Es posible que se les ignore cuando tratan de unirse a un grupo de niños que juegan en un parque cercano o que se les diga a sus cuidadores que no pueden tomar una clase comunitaria de natación porque el instructor no habla la lengua de la familia. En las comunidades inclusivas, queremos que cada niño y familia sientan que pertenecen cada vez que entran en nuestro espacio. Una comunidad inclusiva es un grupo o entorno que abraza y valora la diversidad de sus miembros. En comunidades inclusivas, niños y familias de diversos orígenes, identidades, capacidades y perspectivas se sienten acogidos, respetados y apoyados. La inclusión va más allá de la mera tolerancia. Funciona activamente para crear un entorno donde todos los miembros puedan participar, contribuir y prosperar plenamente.
Ahora veamos algunas estrategias para crear comunidades inclusivas.
Crear comunidades inclusivas comienza con acoger auténtica e intencionalmente a cada niño y familia en el entorno. Imagina cómo se siente llegar solo a una fiesta… ¡Tal vez estés nervioso, no sepas qué esperar o incluso consideres irte! Luego, alguien se te acerca y te dice cálidamente: “¡Bienvenido! ¡Me alegra que estés aquí!”. Compara esto con la experiencia que podrías tener al entrar en una fiesta en la que sientes que no perteneces y en la que nadie reconoce tu presencia. ¡Probablemente querrás darte la vuelta y volver a casa!
Las comunidades inclusivas se crean haciendo que todos se sientan aceptados y cómodos en nuestro espacio. Para lograrlo, deberíamos tratar de conocer a los diferentes miembros de nuestra comunidad, como el personal, los niños, las familias y demás personas involucradas. ¿Qué lenguas hablan? ¿Cómo les gusta comunicarse? ¿Cuáles son sus necesidades de apoyo? ¿Cómo puede nuestro programa satisfacer esas necesidades? ¿Qué les gusta y qué no? ¿Qué prioridades tienen los adultos responsables respecto a sus niños cuando estos últimos se unen a nuestro grupo, clase o espacio? Al obtener las respuestas, surge la información que necesitamos para crear un espacio inclusivo en donde todos se sientan cómodos, bienvenidos y con sentido de pertenencia.
¿Cómo recopilamos esta información de los miembros de la comunidad? Hay muchas maneras diferentes en que nos gusta comunicarnos, así que considera las opciones que tienen las familias e hijos para compartir sus pensamientos. Podrías crear una encuesta en línea para enviar por correo electrónico y a través de un enlace en un mensaje de texto o código QR. Las familias pueden compartir sus opiniones en una nota adhesiva para pegar en un cartel grande colocado en el vestíbulo. O quizás puedas preguntarles a las familias en charlas informales en persona, por teléfono o por mensaje de texto. Por supuesto, tenemos que asegurarnos de que las cosas se traduzcan a las lenguas de las familias y sean accesibles de varias maneras. Las preguntas específicas que hagas dependerán de tu programa y el trabajo que hagas con los niños y las familias, pero podrías incluir aspectos como: ¿Qué significa para ti una comunidad inclusiva? ¿Cómo podemos ser más inclusivos en nuestro programa? ¿Qué falta en nuestro programa? ¿Qué podemos hacer mejor para que los niños se sientan bienvenidos, seguros y cómodos? Puedes encontrar ejemplos en los recursos de esta lección para ampliar.
Al trabajar con niños, analiza cómo puedes hacerlos sentir cómodos y bienvenidos durante el día. Veamos dos ejemplos y reflexionemos sobre sus diferencias.
Es el primer día de Elaine en una clase de gimnasia preescolar en su centro comunitario local. Aunque está muy emocionada, su padre, Ken, está nervioso. Elaine nunca ha participado en una clase grupal como esta y, a veces, no se comunica de maneras en que las personas fuera de su familia puedan entenderla debido a su discapacidad. También puede tardar en adaptarse a lugares y personas nuevas. Entran en el centro comunitario y no están seguros adónde ir. No hay carteles que los guíen a la sala de gimnasia. Elaine y Ken caminan por el pasillo y aún no encuentran la clase. Por fin ven una puerta abierta y entran en una sala donde hay otros alumnos de preescolar y una maestra. Esta no les dice nada a ninguno de los dos, y Ken no está seguro de que sea la clase correcta. La maestra pone un poco de música y dice: “¡Vamos todos! ¡Hora de hacer gimnasia! ¡Vengan a la alfombra!”. Elaine se esconde detrás de su padre y no quiere unirse al grupo. La maestra no le dice nada y comienza la clase. Elaine observa desde un lado, pero no se integra. Ken se siente incómodo, decepcionado y frustrado. Él piensa que a Elaine le encantaría la clase una vez que se adapte, pero desea que la maestra la ayude a empezar.
Ahora, vamos a explorar una historia diferente para Elaine y Ken.
Antes de la primera clase, Mae, la maestra, envió por correo electrónico a las familias información sobre la clase, un mapa del centro comunitario y enlaces a un video donde ella se presenta y muestra el área de gimnasia. Mae también comparte un formulario que invita a las familias a hablar sobre las necesidades de apoyo de sus hijos y pregunta: “¿Qué le gustaría que su hijo aprenda de la gimnasia preescolar?”. Ken comparte que Elaine tiene una demora en la comunicación y puede tardar en integrarse. ¡Él solamente quiere que se sienta cómoda y se divierta! Cuando Elaine y su papá llegan, notan un letrero brillante en la entrada con el mensaje: “¡Bienvenidos a la gimnasia! Únanse a nosotros en la sala 114”, escrito en inglés, español y vietnamita, con una flecha que señala la dirección. Caminan por el pasillo, entran en la sala y Mae los saluda. ¡Elaine la reconoce del video! Mae se pone al nivel de Elaine y le dice cálidamente: “¡Hola, Elaine! ¡Me alegra que estés aquí! ¿Puedo mostrarte los pañuelos para bailar?”. Luego la lleva a donde están otros niños que juegan con algunos pañuelos. Mae saluda a cada niño por su nombre y les muestra un horario visual de lo que harán en gimnasia ese día; después los invita a disfrutar de una canción divertida de calentamiento donde pueden agitar sus bufandas. ¡Elaine mira a Ken con una gran sonrisa! Él está aliviado y muy orgulloso de que Elaine empiece la clase.
Estos dos ejemplos nos muestran resultados muy diferentes para una misma niña y su familia, en contraste con una comunidad inclusiva. En el primer ejemplo, nadie recibe a Elaine y Ken ni los ayuda a sentirse incluidos. Nadie pregunta por sus preferencias y necesidades de apoyo y ni siquiera los saludan cuando llegan. En el segundo ejemplo, una maestra envía información sobre la clase de forma anticipada. La maestra pregunta sobre las necesidades de apoyo de los niños y obtiene información útil sobre cómo crear un espacio inclusivo donde todos se sientan bienvenidos. Luego, saluda cálidamente a la familia cuando llega y ayuda a Elaine y Ken a sentirse cómodos en un nuevo espacio. Estas pequeñas cosas ayudan a Elaine a sentirse incluida y bienvenida, y así puede unirse a la actividad y divertirse con sus compañeros en su comunidad.
Crear comunidades inclusivas implica hacer que cada niño y familia se sientan cómodos. Pero, para lograrlo, tenemos que entender las necesidades y prioridades de las familias, los niños y los miembros de la comunidad involucrados en nuestro programa. ¿Cómo puedes hacer esto con las familias y los niños de tu programa?